viernes 22 de marzo de 2024

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Rusia 2018

"Argentina se fue del Mundial con un gran sentido de confusión"

Facundo Alvanezzi, entrenador que conoce los proyectos europeos desde adentro, realizó un balance de la Copa del Mundo, explicó el camino tomado por los equipos exitosos y reflexionó sobre la decadencia del fútbol argentino.

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El fútbol argentino parece situarse a años luz de los proyectos que desarrollan las selecciones más exitosas del Mundial que acaba de consagrar a Francia. Facundo Alvanezzi, entrenador y formador radicado en Mar del Plata, no está tan lejos. Durante varios años se desempeño en las divisiones inferiores del Basilea de Suiza, donde también fue jugador, y mantiene contacto permanente con entrenadores que trabajan en la elite del fútbol formativo.

Alvanezzi se horroriza cuando ve a un chico de 10 años jugar en una cancha de 100 metros por 75, con una pelota número 5, como si fuera un jugador de Primera. Tampoco entiende el mandato de “ganar como sea”. Y explica lo que los resultados dejan en claro: países como Francia, Inglaterra, Bélgica, España y Alemania (campeones en 2010 y 2014) apostaron por proyectos sostenidos que dan sus frutos

Alvanezzi, quien trabajó en Cadetes y Aldosivi de esta ciudad, tiene el pasaporte listo para volver pronto a Europa. Para volver a trabajar en lo que lo apasiona y, sobre todo, para seguir aprendiendo de los mejores. Antes, realizó un balance del Mundial con Ahora Mar del Plata y profundizó sobre las diferencias entre el fútbol argentino y las principales potencias.

-¿Estamos tan lejos de esos países que cuentan con proyectos futbolísticos?

-Estamos lejos de muchas cosas desde la infraestructura, desde la capacidad dirigencial, desde un proyecto. Yo trabajo en un país como Suiza, donde jugué al fútbol durante más de 12 años, y todo lo que es un proyecto serio no lo podés hacer por menos de 10 o 12 años. Toda esta reestructuración de esos países empezó después del Mundial de Corea – Japón 2002. A partir de ahí se hizo una revolución, que empezó con Alemania, siguió con Alemania, Austria, Francia, después vino Inglaterra, luego se asoció Bélgica… Hicieron una revolución estructural desde las cabezas, donde ellos sostienen que los grandes formadores tienen que estar abajo, y los grandes entrenadores, que a su vez tienen que ser formadores, tienen que estar arriba. Entonces, esa revolución hizo que los chiquitos de 5,6,7 y 8 años jueguen en canchas proporcionales, 5 contra 5, 6 contra 6, 7 contra 7, 9 contra 9, hasta pasar al 11 contra 11 a partir de los 14 años. Se juega con pelotas proporcionales, es decir, que los más chicos juegan con pelotas número 3, para no dañar las articulaciones.

-¿Qué otras características tienen esos proyectos?

-Son proyectos que fueron vinculados con grandes maestros que nosotros supimos tener y tenemos, aunque están al margen en el fútbol argentino. Ellos pudieron armar toda una estructura para volcarla a todos los entrenamientos, para que sean metodológicos, pedagógicos, y que tengan un fin. Que empiecen, se desarrollen y terminen como un juego. Donde se le dé mucha prioridad a la pelota, a los espacios, al poder equivocarte. El formador también se forma con grandes entrenadores del fútbol de elite. Yo intento hacerlo para tratar de equivocarme lo menos posible en el proceso formativo que le tengo que bajar a los jugadores.

-¿La exigencia por el resultado en los procesos formativos ha sido nociva en la Argentina?

-Es muy importante aprender a competir desde la individualidad y desde lo colectivo, para el día de mañana poder disfrutar un triunfo y, cuando te toca perder, ser una persona deportiva en el sentido íntegro de la palabra. En el fútbol podés ganar y perder, pero hay formas de ganar y perder. Pero creo que esto tiene que ver con lo que nos pasa a nosotros como sociedad. Tiene que ver con la cultura, con la inteligencia, con la educación, con la ética, con los valores morales. Todas cosas que nosotros hemos perdido muy aceleradamente en nuestra sociedad. Yo vengo escuchando que ‘hay que ganar como sea’. Y esas cosas me ponen mal, porque soy un apasionado y un enamorado de la formación, donde al chico le estás enseñando pedagógicamente cómo controlar la pelota, cómo pasarla, cómo jugar con los espacios, sin los espacios, y de repente llega una persona que te confunde todo y te dice que hay que ganar como sea. De repente, jugás un día con línea de 4, otro día con línea de 3, otro día con 5 volantes… Entonces, mientras no haya un hilo conductor para saber lo que uno quiere, es muy difícil que la sociedad tenga éxito. Pero no es en toda Sudamérica así: Uruguay con el “Maestro” Tabárez, Perú con Gareca y Colombia con Pékerman son ejemplos de que, cuando hay procesos que se respetan, tarde o temprano vos llegs a una conclusión. Ellos se fueron del Mundial dignamente, a diferencia de nosotros, que nos fuimos con un gran sentido de confusión. Teniendo a Messi, no le supimos dar las herramientas propicias para que se destaque. Eso es porque no hay un proceso por detrás. Él lo tiene en Barcelona y no en la Argentina.

- En Argentina, los chicos de 10 años juegan en canchas de 100 metros por 75, ¿podés explicar los aspectos negativos de esto?

-Cuando uno nace, crece y se desarrolla, empieza jugando y corriendo detrás de una pelota. Y normalmente lo hacés en espacios pequeños. Es muy difícil que a un chiquito de 10 años le pongas una pelota número 5 y lo traslades a un campo de 100 por 75 metros, cuando su estructura motriz y mental no está adaptada, porque él tiene una visión periférica que no va más allá de 20 o 25 metros. Por lo tanto, están sobrando 75 metros que no puede cubrir. En Europa es progresivo: juegan 5 contra 5, 6 contra 6, 7 contra 7, 9 contra 9 y a los 14 años pegan el salto: juegan medio año en cancha de 9 y la segunda mitad de ese año ya lo hacen en cancha de 11. Esas canchas de 5 contra 5 ó 7 contra 7, no miden más de 35 o 40 metros. Los arcos son mucho más reducidos, las pelotas también, se juega sin posición adelantada y se incluyen dos árbitros, no para marcarles las dificultades a los chicos, sino para enseñarles a jugar. Un chico de 8 años no puede hacer un pase de 40 o 50 metros con una pelota número 5, pesada, con barro, como hacemos acá. Ellos tienen que desarrollar sus capacidades motrices en los espacios que les competen. La pregunta es: si jugadores profesionales no pueden cubrir un espacio de 100 por 75, ¿cuánto le va a costar a un chico de 14 o 15 años? Cuando les decimos: “Tiremos la pelota para adelante y vamos a presionar todos”. ¿A presionar qué? ¿La pelota, el jugador, el espacio?

-¿Cómo analizás el rol del formador en esa situación?

-Los formadores y los entrenadores tienen que tener paciencia y un gran tiempo de espera. Esto nos significa que le digas al jugador: “Yo no quiero ganar”. La espera es decir: “Hoy en día, con 15 años, vos no podés meter 10 pelotazos seguidos de 40 o 50 metros, porque por ahí tu estructura muscular no está preparada”. Corporalmente no puede hacerlo. Por eso es un proceso metodológico e intelectual muy importante. Por eso el chico tiene que crecer y desarrollarse jugando, en las distancias lógicas que te va marcando tu propia capacidad. Por eso hay tanta locura en los entrenadores y en los formadores, acá y en cualquier parte del mundo, por querer ganar. Yo, por ejemplo, valoro mucho el error. Porque vos tomás el error, lo hablás con el jugador y lo podés corregir. Todo lo que podamos corregir a los 13, 14 o 15 años, son los márgenes de error que podemos achicar en Primera División.

“EN LOS CENTROS DE FORMACIÓN DE FRANCIA TE ENSEÑAN A JUGAR”

El título logrado por Francia no es casualidad. Es consecuencia de un proyecto que se inició después del Mundial 2002. Con entrenadores capacitados, que respetan las etapas para el desarrollo del jugador. “Para llegar a ese contraataque contra Argentina, Mbappé llevó un proceso en los centros de formación franceses, donde te enseñan a jugar. Primero empezás a jugar en corto, después empezás a jugar en una distancia media, después en una distancia de tres cuartos y luego de 100 por 75. Entonces, ese desarrollo proporcional que hizo el chico, lo ves traducido con Mbappé a los 19 años en el máximo nivel mundial porque viene trabajado”, explicó Alvanezzi.

Otro ejemplo de proyecto es Inglaterra, que finalizó en el cuarto lugar, con una generación de futbolistas apuntaba más a Qatar 2022 que a Rusia 2018. “Hace 5 años, Inglaterra no figuraba en juveniles. Se dieron cuenta y tuvieron que crear, como en Francia, un modelo con centros de formación, empezaron reclutar a los mejores jugadores, pusieron a los mejores formadores y decirles a los clubes que se olvidaran del resultado y que enseñaran a los jóvenes a competir. Enseñar a competir tiene que ver con aprender de las derrotas, de las caídas, de los errores. Hoy, la base de la Selección inglesa ha salido de las selecciones juveniles”, indicó Alvanezzi. “Los países europeos han creado todos los procesos para sostenerse en los momentos buenos y en los no tan buenos. En la Argentina no: vamos del éxito al no éxito en un solo recorrido. En el medio no hay nada, hay que empezar siempre de cero”, agregó.

-¿Coincidís en que en Argentina se disfruta cada vez menos del fútbol?

-Uno va a transmitir lo que vivenció de chico. Yo tuve una infancia riquísima, llena de matices, de contrastes. Me crié en mi pueblo, en Bragado. Desarrollé todo mi potencial en un potrero, en el patio de una escuela. Con grandes maestros, que me decían: “Antes de correr, hay que parar la pelota. Hay que pasarla. Hay que jugar. Usted se tiene que divertir y disfrutar, porque si usted no disfruta un caño, un pase, un buen gol…” Entonces, el que vivencia eso, ¿qué va a transmitir? Si yo no disfruto mi trabajo, ¿cómo hago para desarrollarlo?

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