jueves 28 de marzo de 2024

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La Revolución de Mayo, un enorme paso dentro de un largo proceso histórico

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Por Daniel Reynoso

Dentro de nuestras tradiciones la Revolución de Mayo de 1810 significa el inicio de nuestra nacionalidad y adquiere la importancia dada por el significado por el cual las fechas Patrias son evocadas y reiteradas en incontables efemérides en los distintos niveles educativos que nos van mostrando como la sociedad colonial del Virreinato del Rio de la Plata se rebelaba y se transformaba casi mágicamente por el impulso de las ideas revolucionarias en el inicio de nuestra República Argentina.

En los últimos años y de la mano de la cercanía de los festejos de los Bicentenarios, donde se incluyó la Declaración de Independencia de 1816 surgieron al calor de algunos debates muchas preguntas y nuevos debates que nos ubicaron ya en una perspectiva de tiempo real que nos aproximó mucho más a la complejidad que tuvo todo ese periodo histórico entre una Revolución, la Declaración de la Independencia, la consolidación de las provincias y finalmente del Estado y la Nación Argentina.

Osvaldo Soriano en uno de sus cuentos referidos a la Revolución de Mayo, imaginaba una caminata de Juan José Castelli y Cornelio Saavedra desde el Cabildo hasta la casa del Virrey Cisneros para comunicarle la decisión de la Junta de separarlo del cargo. Decía que mientras uno pensaba en la Revolución el otro pensaba en la Independencia, en una metáfora que hablaba de las diferentes perspectivas que tenían los hombres que animaron todos los sucesos de la década de 1810.

En principio los historiadores vemos esta cuestión como un extenso proceso que se inicia con la misma creación del Virreinato en 1776 de la mano de las Reformas Borbónicas y que se profundiza con las Invasiones Inglesas en 1806. Entre esos años se produce un importante cambio en la mentalidad de los sectores más altos de la sociedad porteña, que comienzan a verse separados de los intereses del Reino de España y buscan tener una mayor autonomía que no solo remitía a las condiciones económicas de las ventajas del Libre Comercio, sino también a los inicios de una vida política en el ámbito local.

Mariano Moreno en su Representación de los Hacendados y Agricultores dejaba ya en claro que existían ideas e intereses sumamente dispares entre los habitantes de Buenos Aires y los representantes de la Corona Española, a lo que también se sumaban las opiniones de Manuel Belgrano, quién desde el Consulado de Comercio manifestaba que debía dejarse de lado la economía basada en la especulación para pasar a defender una política económica basada en la explotación y puesta en producción de los productos de la tierra y la industria. Pero la divergencia fundamental estribaba no solo en estos importantes proyectos, sino en los tiempos necesarios para dejar de ser súbditos y comenzar a ser ciudadanos.

Las Invasiones Inglesas precipitaron mucho más estas diferencias al incorporar un nuevo actor a estos debates que serán las milicias urbanas reunidas para reconquistar y administrar a la ciudad abandonada por su Virrey. Surge entonces con mucho más énfasis la discusión respecto a la soberanía de los Pueblos alimentada no sólo por la tradición de la Revolución Francesa sino también por los propios pensadores de la Fisiocracia Española, que buscaban la transformación de la Monarquía en un gobierno moderno con ciudadanos ilustrados a través de la educación y el trabajo.

Todas estas diferencias serán manifestadas en el Cabildo Abierto del 22 de mayo y son las que darán pie para la Revolución de Mayo de 1810. Lejos de ser el final o el principio de un proceso esto será parte de una historia que culminará en la Declaración de Independencia en 1816 pero que tomará mucho más de cuatro décadas en plasmarse en un proyecto de Organización Nacional.

*Daniel Reynoso es historiador, profesor y secretario académico de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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