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Mar del Plata, mucho más que alfajores, playas y pullóveres

Por Ricardo Juan 10 de febrero de 2018 - 21:13

Mar del Plata cumplió 144 años. La ciudad que fundó Patricio Peralta Ramos, que primero fue un privilegio de la aristocracia y que después se abrió a la llegada de las clases populares. La ciudad de la rambla, de los lobos y de la Bristol. La del pullóver de antes, la de la cerveza de ahora y la del alfajor de siempre.

Con la envidiable oferta de playa, sierra y campo, es la ciudad del paseo por la peatonal San Martín. La de la calle Güemes y de Juan B. Justo. Algunos todavía extrañan los domingos en Ital Park y las noches en Constitución y Alem. La movida se trasladó, en parte, a Playa Grande y a los paradores del sur.

Mar del Plata sigue siendo la ciudad del teatro. Un lugar en el que el “Negro” Olmedo reventó las boleterías. Los que vivieron aquellas temporadas, todavía recuerdan esas noches de risas. Los veranos de los bañeros. De las vedettes. También hubo noches frías y tristes. Cómo olvidar aquel balcón fatídico. O aquellos golpes bajos de Monzón.

La ciudad también es arte. Alfonsina, Piazzolla, Victoria Ocampo, Castagnino y el “Gordo” Soriano son algunos de los exponentes ilustres de la ciudad. Pero a la historia también la protagonizan los artistas de la rambla, los de la peatonal, los cantores de boliche y los artesanos. Algunos nostálgicos todavía extrañan los conciertos de los 60 y 70 en la confitería Paris. Otros llenan el vacío en bares de La Perla y el centro.

Mar del Plata tiene contrastes marcados. Las luces y el asfalto por un lado. La oscuridad y el barro por otros. De la abundancia de Los Troncos a las carencias de La Herradura. De los jardines de Parque Luro a los basurales de El Martillo. De la presencia en el centro a la ausencia en Parque Palermo.

Deportistas ilustres la ayudaron a trascender. Uby Sacco, Nora Vega, Guillermo Vilas, Inés Arrondo, los Curuchet, Christian Ledesma y “Pepe” Minella, entre otros. San Lorenzo, Kimberley, Aldosivi, Alvarado, Peñarol y Quilmes le aportaron sus clásicos. Los Torneos de Verano la hicieron vibrar. Mústico y Eresuma la hicieron gritar. Acá Maradona convirtió sus primeros goles en Primera. Francescoli inmortalizó su "chilena". Es la ciudad del viejo estadio San Martín.

En 144 años, Mar del Plata también fue escenario del terror. Fue la ciudad de la Noche de las Corbatas, la de La Cueva, la de la CNU y la de los genocidas. La ciudad de la indiferencia, pero también la de la memoria. La ciudad del faro de las madres y las abuelas.

A lo largo de su historia, Mar del Plata ha cobijado demasiadas historias como para ser reducida a un balneario que produce alfajores y fabrica pullóveres. Historias que la han hecho realmente “la feliz” y otras que la han convertido en escenario del espanto. En los últimos meses, las tragedias han vuelto a golpearla. Justo en el mar, un aliado que suele traicionarla cada vez que la desidia le abre la puerta. Mientras tanto, lidera los números en desocupación a nivel nacional y cada vez registra más femicidios (se cometieron 7 en 2017). En definitiva, los 144 años no le llegan en su mejor momento.

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