Una multitud de 300 mil fieles visitó este domingo el santuario del Gauchito Gil en la localidad correntina de Mercedes, ubicada a 250 kilómetros al sur de la capital provincial, al cumplirse hoy el 145 aniversario del fallecimiento del santo popular.
Mar del Plata no es ajena a esta veneración hacia el “Gauchito Gil”. En las rutas que llegan a la ciudad se pueden encontrar varios santuarios, de distintos tamaños, también en los barrios de la ciudad. Pero hay dos de ellos que sobresale de entre todos los demás.
En la Ruta 88, a la altura del Paraje El Boquerón, fue instalado un gran santuario en 1998. “Mi nieta no iba a nacer y en ese momento le dije al Gauchito Gil que si nacía, le iba a hacer un santuario en Mar del Plata”, contó en su momento Simón Olivares a una radio local. El otro, a escasos tres kilómetros de allí, en La Polola, también es muy convocante.
Las ofrendas son muchas, entre velas, telas, paños y distintos elementos rojos que caracterizan esta devoción también se pueden encontrar restos de vino en cartón y cigarrillos.
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Pero, ¿por qué se alaba tanto al Gauchito? Si bien no está canonizado por la iglesia católica, su estatus de santo es validado por toda la población creyente en él y lo que representa.
La veneración al santo pagano, Antonio Plutarco Cruz Mamerto Gil Núñez, llamado popularmente Gaucho o Gauchito Gil, nació a partir de su muerte en 1878 luego de adjudicársele el milagro de salvarle la vida al hijo de su verdugo, según cuenta la historia sobre el gaucho milagroso.
Sobre su vida, se cuenta que se alistó para pelear en la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y tras regresar fue reclutado por el Partido Autonomista para pelear en la guerra civil correntina contra el opositor Partido Liberal, pero él desertó.
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Dado que la deserción era delito, fue capturado, colgado de su pie en un árbol de espinillo, y degollado. Antes de ser ejecutado, Gil le dijo a su verdugo que debería rezar en nombre de Gil por la vida de su hijo, quien estaba muy enfermo. Al regresar a su hogar, el verdugo encontró a su hijo casi agonizando, desesperado, le rezó a Gil y su hijo sanó milagrosamente.
En el lugar donde fue asesinado a nueve kilómetros de Mercedes, se construyó un santuario, donde se acercan para venerarlo.
Pasó a ser conocido como “el santo de los pobres” y el “gaucho milagroso”. La gente le reza, pide por familiares enfermos, pide por deseos profundos de su alma y luego cumple las promesas que le realizó al Gauchito, porque él “nunca abandona a los pibes”.