Nueve años se cumplen hoy de las lesiones graves que sufrió Thiago Joel Franco cuando, en el vehículo en el que viajaba con sus padres, fue embestido en plena ruta 226 por otro que conducía el ex piloto de Turismo Carretera Eduardo Lalo Ramos.
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SUSCRIBITENueve años se cumplen hoy de las lesiones graves que sufrió Thiago Joel Franco cuando, en el vehículo en el que viajaba con sus padres, fue embestido en plena ruta 226 por otro que conducía el ex piloto de Turismo Carretera Eduardo Lalo Ramos.
Se le diagnosticaron fracturas de cráneo y múltiples secuelas que todavía hoy arrastra, cuando tiene 14 años y los problemas de salud no cesan. “Es una lucha diaria la que nos toca, pero siempre aferrándonos a la fe”, afirma su familia desde la cuenta en redes sociales que lleva el nombre Todos con Thiago Joel Franco.
El entonces niño afrontó múltiples tratamientos e internaciones, aquí y en Buenos Aires, debido a las dificultades de salud que le generaron los golpes sufridos en aquel choque y posterior vuelco. Esas intervenciones médicas, algunas muy importantes, todavía continúan.
Ramos, que según se confirmaría había consumido alcohol poco antes de provocar este siniestro, en juicio oral y público fue condenado en 2017 a la pena de dos años y medio de prisión en suspenso –no cumplió detención- y de cuatro años de inhabilitación para estar al volante de un automotor. El juez en lo Correccional Pedro Hooft lo encontró culpable del delito de lesiones culposas.
. “De la nada dice ´Hemana´(así le dice) ya estoy cansado de vivir. Por qué no me fui con Dios, allá era feliz”, recuerdan del comentario que suelen escucharle y duele. “Se hace difícil no llorar, pero así también sacar fuerzas para animarlo y demostrarle por qué Dios lo quiso aquí junto a nosotros”, destacan.
La justicia impuso además un monto millonario a Ramos en concepto de indemnización dada la gravedad del daño provocado en el presente y futuro de Thiago Joel, que sigue entre medicaciones, atención clínica permanente y varias situaciones de emergencia, según relatan sus padres.
“Lo más difícil de todo es el día a día de Joel, ver si tiene un buen día, si se descompone, si tiene convulsiones fuertes, si hay que salir de urgencia a la guardia o si no nos trasladan a Buenos Aires”, cuentan de esta situación cotidiana que varía en niveles de gravedad.
La familia, nueve años después y sin nombrarlo, vuelve a la carga contra Ramos. Dicen que les cuesta mucho ver que la persona que les hizo “tanto daño” anda en la calle “como si nada y sin preocupación alguna”. “Duele que nunca nos haya pedido perdón ni demostrado el mínimo interés para ver si necesitábamos algo”, afirman sus padres.
En esta actualidad destacan las convulsiones que sufre Joel que “no están siendo frenadas ni con toda la medicación que toma”. Y en medio de todo este dolor, en esta fecha que vuelve a abrir la herida, agradecen a quienes acompañaron y apoyaron en esta lucha de, como ellos lo llaman, “nuestro pequeño guerrero”.