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SUSCRIBITELa sorprendente presencia cambió el ritmo de trabajo y la atención puertas adentro de la ex Escuela Piloto, cuando en el edificio de Maipú y Marconi se detectó en las alturas a un gavilán de generoso tamaño, que se movía con comodidad por las paredes y, cuando podía, exhibía sus dotes de planeador por las galerías interiores.
Un verdadero impacto que, además de generar atención por lo novedoso y también el porte del animal, ameritaba resolver cómo actuar para que encontrara alguna de las aberturas que le permitieran salir al aire libre, que quizás no era su objetivo pero sí el de la comunidad educativa, que por un rato se desentendió de clases y se ocupó de este operativo.
Una de las directivas de la Escuela de Educación Secundaria N°1 recordó algún comentario de una vecina, que es proteccionista de aves, y fue a buscar un secador de piso. De esa manera se lo ofrecieron como un pedestal, cercano, con la intención que subiera y así moverlo.
A veces aceptó y cuando lo notó inestable, porque lo querían trasladar, voló para volver a posicionarse sobre las paredes, donde se ubicada y desde donde miraba a todos. No muy preocupado, según lo que parecía.
Finalmente se logró que "pisara el palito". Con sus patas apoyadas sobre la goma del secador, lo llevaron hasta nivel de piso y allí consiguieron, por fin, cubrirlo con una campera para evitar que desplegara sus alas.
De esta manera pudieron retenerlo, llevarlo hasta la puerta y por fin soltarlo en la plaza. Donde, ahí sí, abrió sus alas tanto como pudo y se alejó.
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