Por Martín Zelaya
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“Muchos de los diseños recientes han satisfecho sólo necesidades efervescentes y deseos, mientras que las verdaderas necesidades del hombre a menudo han sido descuidadas por el diseñador. Las necesidades económicas, psicológicas, espirituales e intelectuales de un ser humano suelen ser más difíciles de cumplir que los deseos cuidadosamente inculcados por capricho o la moda”. (Víctor Papanek, 1971)
Papanek, uno de los referentes del diseño social -en la década del 70- ya alertaba sobre la importancia de que los diseñadores entiendan el contexto social, económico y político en el que desarrollan sus trabajos.
Cuarenta años después, en Buenos Aires un grupo de jóvenes diseñadoras de distintas ramas – algunas se conocían de la UBA- se propuso romper los cánones dominantes en el mundo del diseño: retomando las palabras de Papanek le escaparon al "capricho o a la moda".
La Cooperativa de Diseño -formada por 6 mujeres- mantiene una estructura laboral horizontal y dejó de lado el formato empresarial o freelance. Sofía Bastanchuri, Emilia Pezzati, Carolina Cuiñas, Mora Monteverde, Florentina Dib y Silvia Núñez integran este colectivo que principalmente cambió el rol que ocupa un diseñador para trabajar con fábricas recuperadas, pueblos originarios y diversos sectores de la economía social.
El espacio donde funciona la cooperativa es todo un símbolo de lo que ellas piensan y militan. Su lugar es el IMPA, una de las primeras fábricas recuperadas del país, que hoy funciona a cargo de sus trabajadores en el barrio de Almagro.
En diálogo con 10 Ahora y en la previa de lo que será la exposición en el TRImarchi este sábado a las 13, Mora, Florentina y Sofía hablaron de su historia, la concepción del trabajo que tienen y los temas que abordan desde su profesión.
-¿Por qué eligieron para funcionar como cooperativa una fábrica recuperada?
- (Mora) “Funcionamos en una fábrica recuperada por la temática que nos interesa trabajar. Nos vinculamos con sectores productivos populares y participamos de sus luchas. En su momento ayudamos en IMPA para el armado de la Universidad de los Trabajadores donde diseñamos muebles y sillas reciclando objetos que habían quedado en la fábrica".
Actualmente en IMPA participan unas 180 personas, entre los metalúrgicos de la Cooperativa 22 de Mayo; talleristas y administrativos del Centro Cultural, docentes del Bachillerato Popular, la Universidad de los Trabajadores, otras cooperativas y medios alternativos como Radio Semilla y Barricada TV.
- ¿Cómo conviven con los otros espacios que funcionan ahí?
- ( Florentina) "En estos cinco años hemos generado muchos vínculos, por ejemplo ayudamos a desarrollar en conjunto con IMPA una serie de bastones con el objetivo de reactivar líneas productivas en desuso y con la premisa de sustituir importaciones mediante el diseño y producción de un bastón de aluminio. Ya que los bastones que se comercializan en el país son traídos de China.
También participamos de actividades en el centro cultural y trabajamos en conjunto con la cooperativa “Dale que va” que hace cuadernos utilizando técnicas de serigrafía. Dimos un taller con algunas cosas de diseño y así, con cada trabajo, profundizamos la relación con los espacios que convivimos".
- ¿Tienen cuestionamientos a la hora de encarar un trabajo?
- (Sofía) “Tuvimos un par de cuestionamientos con una tabacalera para la cual nos habían propuesto hacer difusión en un bar y nos venía bien económicamente, pero como es algo que afecta a la salud decidimos no participar. De todas formas, casos como estos generan en nosotras la contradicción diaria de los trabajos que hacemos, porque nos cuesta encontrar proyectos y personas que se identifiquen con lo que pensamos, sin embargo, tenemos claro que nuestra prioridad es vivir de esto y poder transformar desde ahí".
- Uno de los trabajos que realizaron fue con la comunidad Qom ¿cómo fue ese proceso?
- (Mora) "Trabajamos en el proyecto Qom Lashepi Alpi (mujer artesana qom) en Chaco. Puntualmente en el caso del grupo de tejedoras, nos convocaron a participar como asistencia técnica, con el objetivo de incorporar diseño y así valorizar sus productos. El proyecto comenzó en octubre del 2013, por la necesidad de vender más y percibir un valor real por su trabajo y no por trueque. Se desarrollaron canastos, canastos de bici, carteras, paneras y prendedores. Vamos a hablar de esto en TRImarchi porque ya hace 4 años que este proyecto avanza y nos deja una gran vivencia. Este caso es emblemático para nosotras y expresa nuestro camino: que el diseño rompa con la discriminación que sufren las comunidades originarias".
- ¿Qué expectativas tienen para el futuro de la cooperativa?
- (Florentina) "La expectativa principal para todas las cooperativas es que nos podamos sostener y trabajar de esto y que sea nuestra fuente de trabajo. Obviamente queremos que este sea un movimiento que crezca y conciba un diseño desde y para el pueblo. Es decir, terminar con los estereotipos dominantes de que es un buen diseño, cuál es la comunicación que tiene que existir. Sabemos que sólo desde el diseño no se puede terminar con todas las injusticias pero es una herramienta más como la educación".