viernes 29 de marzo de 2024

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WhatsApp

WhatsApp, la bola de nieve

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Por Valentina Viejo

El celular, un acompañante incondicional para el usuario. El uso del WhatsApp, una obsesión.

Convertido en una extensión del cuerpo, parece que olvidarse el celular en un sitio es sinónimo de incomunicación, ausencia, el peor error (¿O un gran alivio?). Cómo no, si se chequea a cada momento, o por lo menos así lo afirman las investigaciones que arrojaron que una persona revisa el celular más 214 veces por día.

El mundo se escandalizó cuando la aplicación de mensajería instantánea más utilizada del globo dejó de funcionar por unas horas. La dependencia está instalada. El fanatismo por el WhatsApp parte de las importantes ventajas que trajo a nuestra cotidianidad, con las que derribó a sus competidores.

Seguro es por eso que cientos de miles de usuarios confiaron en un chat falso supuestamente enviado por la directora de la aplicación, la tan nombrada Karelis Hernández. Se dejaron engañar y creyeron que el servicio gratuito iba a caducar si no difundían el mensaje. Así se volvió masivo.

Solemos recibir cadenas virales con frecuencia, ese tipo de texto que alienta al envío urgente e invade las redes sociales. Años atrás se encontraban en las casillas de mensajes de nuestros e-mails.

Alertas por alimentos contaminados, pedidos de ayuda, advertencias sobre modalidades delictivas, comunicados, difusiones religiosas, búsquedas de personas, incluso con fotos y videos, son los más comunes.

Pero, ¿por qué compartir información anónima, de veracidad dudosa y que exige de inmediato ser enviada a nuestros contactos? "Por si las dudas", "Me llegó y lo mandé", "Es para colaborar", pueden decir, desde la inocencia y buena intención, aquellos que fomentan estos datos.

Suena sencillo ayudar a otro tan solo con el mínimo esfuerzo de reenviar una cadena. Pero como no todo lo que circula por WhatsApp es verdadero, cuestionar lo que "se anda diciendo" antes de difundirlo podría ser un comienzo para evitar la propagación de falsedades.

¿Quién inventaría que "se van sacrificar cachorritos por el cierre de una perrera"? No puede ser falso. Pero qué raro que al llamar al teléfono de contacto nos enteremos que el número está fuera de servicio o es inexistente.

"Si bien son bromas, si uno se acostumbra a reenviar ese tipo de mensajes en apariencia inocentes puede convertirse en víctima potencial de un ataque de malicioso", advierten los especializados en el tema.

Confusión y reproducción constante de mentiras. Los rumores se expanden desde el anonimato, ¿ignorarlos o potenciarlos? Está en los usuarios contribuir o no para frenar la bola de nieve.

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